CAPÍTULO 9: La precipitación de Aamón







>>Es como andar a ciegas en un camino donde no se ve el fin. La esperanza, la fe y la confianza es la que nos mueve en ese túnel que no entenderemos por qué lo andamos ni por qué lo sufrimos. Solo es lo que vamos a encontrar al final lo que nos invita a continuar andando. Todo con la única ilusión de que lo que hallemos al final será tan hermoso que borrará todas la penurias pasadas para disfrutar de las alegrías eternas. Los que pierden esa confianza se atascan y no avanzan sumiéndose en la eterna oscuridad en la que se encuentran…<<

Ana cerró el ensayo que le habían mandado leer para hacer el trabajo de filosofía trimestral. Cuando miró hacia sus compañeras que dormían tuvo el extraño pensamiento de no saber cuándo había empezado a leer. Una laguna le invadió la mente mientras se acomodaba en su lecho y se tapaba hasta el cuello. Rezó sus acostumbradas tres avemarías e invocó al ángel de la guarda.
“Ángeles…” Dijo mientras bostezaba, el invisible polvo de azucena volvió a envolverle los párpados que se cerraron por su propio peso y sumieron en un profundo sueño a la chica.
Volviendo a mirar a su alrededor, Santiago volvió a ver a los seres azules que le rodeaban y arriba los mismos de antes. Descendiendo sus ojos a sus pies, en el suelo un bellísimo ángel de unas seis alas iluminaba todo a su alrededor. Tenía una preciosa túnica blanca de la que relucían destellos de diferentes gemas. El cabello era liso, largo y albino, sus ojos de una mirada hipnotizante. Extendió la criatura sus brazos diciendo:

“Seguid vuestra voluntad pues sé que estáis cansados de manteneros siempre en el mismo lugar. De qué sirve alabar a alguien que solo nos quiere para Él. Nuestra libertad es mermada bajo Aquél que habita sobre todas las jerarquías de ángeles. Solo os quiere en vuestros coros cuan tirano somete a sus súbditos. Dejad de engordad su vanidad con vuestros cánticos. Sois libres de dejar vuestras labores y emprended por vosotros mismos el viaje a ser tan sabio como Él, bajo el árbol del conocimiento del bien y del mal que yo guardo. Sabed pues, por qué se os está prohibido determinadas cosas y así ejercer vuestra libertad como es debido, pudiendo elegir entre ambas.”

De entre los seres azulados que rodeaban a Santiago uno de ellos dejó su formación. Tenía como él una armadura platino y zafiro. Sus alas eran blancas y hermosas. Sus ojos eran dorados y de mirar sincero, confiado y bondadoso.
- ¿Adónde vas Aamon?- Escuchó decir de su propia boca Santiago en la voz de Miguel.
- He decidido seguir mi voluntad y camino hacia el conocimiento, como ese ángel tan hermoso.
- No escuches al embaucador de Luzbel, está tan ciego de su belleza que no desea más que le alaben por encima de quien nos creó. Ese no es el camino.
- Si tú te miraras, Miguel, como lo ha hecho Luzbel y como lo he hecho yo, veras que hermosos somos todos. ¿Por qué desechar tal don alabando a quien no nos deja salir de nuestro enclaustramiento? Mira arriba, Miguel, mira qué triste panorama. Somos como tontos borregos que siguen una manada, porque el que nos creó no nos dio todo lo que Él sabe. Tú y yo somos solo Principados, obligados a vigilar las fronteras del mundo de los hombres. ¿Para qué temer a algo que ni siquiera conocemos? Antes de evitar algo quiero saber por qué he de evitarlo.
- ¡Detente Aamon!- Dijo abrazándolo por el pecho.- Si Él nos ha dicho que no hagamos algo es porque sabe que es malo y no nos conviene acercarnos a ello. Confía como un niño.
- Ese de allí arriba nos quiere solo para Él. ¿Cómo es capaz de hablar sobre que seamos generosos si Él es el primero que no lo cumple?
- No caigas Aamon…
- Es mi decisión. He servido honradamente como se me ha mandado, pero es hora de ser libre. – Se giró hacia Santiago y tomándolo de la muñeca dijo.- Acompáñame.
- No.- Dijo liberándolo.- Tú sigue tu camino y yo seguiré el mío que es permanecer aquí. ¡Ojalá recapacites y entiendas que no es lo debido!
- ¿Cómo sabes que no es lo debido?
- Solo porque tengo FE y CONFIANZA en lo que hago y me dicen.
Aamon descendió tras Luzbel.
Santiago miró tras la visión al monstruo que estaba frente a él y sintió una inmensa compasión.
- Fuiste uno de los más nobles y honrados Principados con los que conviví. Eras muy bello y tus obras eran guiadas por el bien y la entrega a los demás. Con qué eficiencia vigilaste las fronteras de los hombres y les guiaste para que siguieran el camino correcto. ¡Ahora mírate! Dónde está todo eso. ¿Encontraste ya el por qué de las prohibiciones?
Aamon se enfureció y con desagradable voz le dijo: “Ahora sí que reconozco en tus palabras a Miguel.” Agitó ambas manos en un movimiento rápido y firme al frente. Todas las aves se abalanzaron sobre Santiago, formando una negra nube a su alrededor. Le picoteaban todas las zonas de su cuerpo como si se lanzaran hacia una presa.
Gabriel apretó con fuerza los ojos y los puños. Se sentía frustrado al no haber podido enseñar a Santiago enfrentar semejante ataque. No hubo tiempo material a ello. “No se turbe tu mente. Esas aves solo atacan tu cuerpo pero no tu espíritu. Puedes enfrentarlas con facilidad. Tú estás en la dimensión espiritual y ellas en la real.” Dijo angustiado.
Santiago se levantó al escuchar a Gabriel y concentrando su mente volvía a pedir a Miguel que le enseñara el camino hacia el espíritu inmundo de Aamon. Las aves despejaron su camino y lo vio nuevamente enfrente. Piso con fuerza la hoja de la espada. Las alas de la virtud del puño se agitaron y fueron al encuentro de la diestra de Santiago con una rapidez imperceptible. Emprendió la carrera hacia el monstruo pero falló. Aamon paró con su brazo y costado la espada.
- Eres un inútil chaval, jamás podrás atravesar la dura coraza de la que estoy hecho. – Propició un zarpazo a Santiago provocándole un intenso dolor. Si no fuera por la armadura que lo protegía podía haberlo herido de gravedad.
Aprovechando como tenía enganchado el arma, Aamón dirigió un experto puñetazo en el cuello que dejó sin aliento a Santiago que ahogado se llevó la mano a su cuello. Pensó que iba a morir en ese momento y se asustó.
- Mantén la calma. No es grave…- Dijo Gabriel.
- Vamos, Santiago, no te di mi espada para que un susto te detuviera.- Exclamó Miguel.- Recuerda mirar con los ojos del corazón y verás el espíritu de Aamon frente a ti. - Santiago recibió unos cuantos golpes que lo derribaron. La espada cayó a su lado.
- ¿Cómo, si ya he ascendido a la tercera dimensión?- Dijo mirando al Cielo y viendo los ángeles otra vez.
- No es suficiente querer dañar sino que tienes que confiar en que puedes hacerlo.- La llama azul le tapó la visión.- Yo estoy contigo. Toma tu arma y piensa en quien eres, qué misión tienes. Si no expulsamos a Aamon, muchas otras almas inocentes y vidas peligrarán. – Santiago miró la espada y se esforzó a tomarla pese a estar decaído.- Tras ese terrorífico aspecto hay un alma inocente atrapada, que sufre innecesariamente y por solo placer de quien se ha adueñado de su cuerpo.
- Tienes razón… - Dijo mirando al monstruo que seguía pateándolo a la vez que le picoteaban sus aves.- Debo liberar a su portador. Por culpa de ese demonio su cuerpo ha sido cruelmente dañado y el sufrimiento inmenso.
El azul añil volvió a resplandecer de sus extremidades. Se hizo muy intensa y luminosa. Santiago se levantó de golpe y vio otra vez el espíritu. Con sus dos dedos golpeó los ojos del mismo, lo único que era distinguible. Amon gimió de dolor y se llevó las manos a los ojos que le comenzaron a sangrar. En el centro de la llama vio Santiago otro punto distinguible y golpeó en él. Aamon se dobló de dolor pero su cola envolvió el cuerpo de Santiago estrangulándolo como una boa hace con un ratón.
Se había elevado el chico del suelo sintiendo una enorme presión. Miró la espada que aun empuñaba, con todas sus fuerzas intentó mover su brazo para que la hoja cortara la cola. Las alas del ángel se agitaban intentando hacer escapar a Santiago pero era inútil. Aamon se reía malévolamente con sus ojos ensangrentados. Mirando en la profundidad de ellos pudo ver Santiago los gritos de auxilio de un alma apresada y prácticamente extinta. Invocaban a Miguel.
- Quién sino Él va a vencer.- Gritó Santiago. El aura azul se extendió a lo largo y ancho del bosque. La cola venció ante esa luz pura. Santiago alzó la espada, en el aire, y en picado la clavó en el punto más claro y grande que vio en el espíritu de Aamon. Éste cayó atrás con quejumbroso gimoteo.

La llama desapareció y Santiago vio como el cuerpo de Aamon recuperaba su forma original. La espada se había clavado en el hígado, pero la expresión del cuerpo pareció asomar una sonrisa de paz mientras el hilillo de sangre resbalaba por las comisuras de la boca. Los ojos se abrieron y la mano se extendió hacia la cara de chico. Santiago la tomó sintiendo una enorme calidez y piedad por el cuerpo que agonizaba.
- Escucho tu agradecimiento.- Dijo con la voz entrecortada.- Ve en paz.
El cuerpo exhaló el último aliento y cerró los ojos. En pie vio un espíritu Santiago tras el cual Gabriel aparecía. Éste ungió la frente del cuerpo.
- Quedas absuelto.- Dijo.
Azrael apareció y se llevó al espíritu.
Gabriel miró a Santiago. Las lágrimas resbalaban de sus ojos.
- Nunca me he sentido así.
- Has experimentado la inmensa caridad y amor que tu labor encierra. Es algo muy bello y has de pensar en ello, porque es lo que nos mueve a los ángeles a ayudar y guardar a los hombres que se nos han encomendado. Siéntete orgulloso, Santiago, portador de Miguel.- Gabriel tomo de los hombros a Santiago y éste se desvaneció un segundo volviendo a recuperar el conocimiento.
- Te felicito, Gabriel..,- Dijo.- Has entrenado bien a Santiago.- Gabriel retiró sus manos sonriente.
- Me alegra verte de vuelta, Miguel.
- Y yo me alegro de volver.- Se levantó.
- Hay que remediar eso de que habléis los dos.
- Ten paciencia, solo es la primera transfiguración, muy pronto no se confundirán tanto nuestros espíritus. Por cierto, ¿Fuiste tú quien le provocó la visión de la muerte de Thomas?
- Tenía que dar un empujoncito al chico.- Miguel estalló en una cálida carcajada.
- Pues intenta no hacerle pasar por cosas así, el chico al fin y al cabo solo tiene 14 años.- Anduvieron hacia los arbustos.- Has limpiado las mentes de los testigos.
- Absolutamente todas.- Tropezaron con Daniel y Valentín que estaban sumidos en un sueño profundo, el segundo hasta dejó escapar algún ronquido por la postura, haciendo reír a los arcángeles.
- Con estos dos has hecho un buen trabajo, pero hay que llevarlos de vuelta a sus dormitorios. Toma tú a Daniel que yo tomo a Valentín, al fin y al cabo es el compañero de habitación de Santiago.
Cargaron con cada cual, emprendiendo el vuelo separadamente. Miguel no tardó en llegar a la habitación y dejar a Valentín sobre la cama. Al girarse hacia la cama de Santiago vio por la ventana a Gabriel ya sin Daniel. Éste entró en la habitación.
- Sabes que debemos seguir probando la fe de Santiago, ¿verdad?
- Sí y a ello vienes. A borrar de su mente la identidad de tu portador. Si Santiago sigue confiando en su misión y en quién es, su fuerza será muy grande y su comunión conmigo total.
- Así es.
- ¿Pero qué hay de tu fe, Thomas?- Gabriel se aturdió por un momento.
- Dudaste al expulsar a Aamon del cuerpo que habitaba. Pudiste tú solo expulsarlo, pero cuando escuchaste de boca de Aamon que habías de derramar la sangre de un inocente, no lo hiciste, poniendo a riesgo tu vida y la misión que se te encomendó. Estas totalmente unido a Gabriel pero ese tipo de dudas pueden terminar con todo. Tenlo presente. Es orgulloso para mí ver cuánto de humano eres ya, pero recuerda también que eres un ángel y has de mantenerte firme.- Gabriel asintió.


Miguel se llevó la mano al pecho y en un destello azul Santiago recupero su forma y ropa originales. Medio despierto vio a Gabriel frente a él.
- Tho…mas.- Dijo Santiago. Gabriel le puso la mano en la frente.
- Has hecho un buen trabajo hoy, Santiago.- un destello hizo caer en un profundo sueño al adolescente.- Pero es mejor que no sepas quien me porta aún.

Pruslas estaba en la guarida del general demoniaco. Comía con avidez y con las manos un enorme solomillo de carne de ternera de color marronuzco y crudo que expelía un desagradable olor. Con sus uñas retiro los pedazos de carne que se le habían incrustado en los dientes. Bebió de su jarra de cerveza y la lanzo al suelo furioso, partiéndose.
-¡Ese imbécil de Miguel otra vez ha descendido! Todo es por culpa de ese inútil de Aamon que no supo encontrar a tiempo al portador de Gabriel
Un chico joven tomó los pedazos de la jarra en un recogedor. Llevaba grilletes en sus tobillos y un tono parduzco su piel. Serios síntomas de desnutrición provocaban que sus huesos le marcaran la piel. Al intuir su presencia Pruslas sonrió con malicia y le lanzó el resto del solomillo a éste, golpeándole la cara. Cuando el chico vio el pedazo se lanzó sobre éste y lo comió con ansiedad.
- Calaña humana y desgraciada…- Dijo.- Jamás entenderé que le movió a Él a crearos.- Dijo inclinándose hacia el hambriento. El chico miró a Pruslas y de pronto comenzó a ponerse verde su piel.- ¿Está bueno?
El chico paró de comer con un gesto de repulsión en su cara, después se llevó la mano al estómago y se hizo un ovillo en el suelo. Purslas reía mientras le miraba vomitar.
- Me parece que no está todavía preparado tu estómago para comer cosas putrefactas.- Divertido se sentó a contemplarle sin escuchar las peticiones de ayuda que hacía el muchacho.
Astaroth apareció con Barry tras Pruslas, también miraba al enfermo.
- ¿Desde luego no perdonan las torturas que propicias Pruslas?-Pruslas se levantó al instante y se inclinó al ver a Astaroth.- Espero que tus macabras aficiones me sean útiles en mi contienda.
- Por supuesto que sí, mi señor Astaroth.
- ¡Barbatos ven aquí!- Barry se acercó a los dos.- Dile a Pruslas lo que han visto tus ojos.
- Mejor dicho su ojo- Dijo Pruslas riéndose de su propio chiste, pero al ver la expresión seria de ambos silenció.
- ¡Bufón!- Dijo Barry entre dientes. Después sacándose el ojo de cristal éste se convirtió en una esfera y por ella apareció Gabriel convirtiéndose en Thomas.
- Ya has visto al portador de Gabriel, así que encárgate de él. Sino tu destino será el mismo que el de Aamon. – Dijo Astaroth.
- ¡Gabriel es un sacerdote!- Dijo a carcajadas.- ¡qué podríamos esperar del Arcángel de la virtud de la castidad! Será un placer para mí deshacerme de él.
- Así lo espero.
El lobo de Astaroth olisqueó al agonizante muchacho y el pedazo de carne. Pruslas se inquietó.
- Mi señor Astaroth no permita que el lobo…
- ¿Acaso crees que le iba dejar comer a mi mascota tu putrefacta obra pudiéndole dar mejores manjares?- Astaroth silbó y el lobo volvió al lado de su amo dejándose acariciar.- Eso es carroña para ti y tus buitres.- Dijo riéndose mientras salía del zulo. Tras él Barry volviéndose a poner el ojo.
Pruslas se acercó al chico y al pedazo de carne. Tomo uno y al otro lo cogió del pelo arrastrándolo por una galería donde al fondo había una luz. Salió a la despejada noche y tiró ambas cosas al suelo. De las dos paredes de la montaña un montón de buitres descendieron su vuelo para comerse el cuerpo muerto del chico y la carne.
- Sí comer mis pequeños, tenemos una importante misión que hacer.- Se cruzó de brazos mientras contemplaba la sombra de buitres, cuervos y quebrantahuesos que despedazaban su cena.- Será todo un reto para mí matar a Gabriel y si por el camino te me cruzas Miguel, seré doblemente feliz si te mato a ti primero.






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