CAPÍTULO 14: Encuentra lo que buscas





Barbatos estaba en la zulo de Devil terminando un tatuaje a un cliente. Se trataba de un cadavérico y grotesco payaso con ojos venosos, amarillos y sanguinolentos. Sonrió de pronto pues el dibujo le recordaba al insoportable Pruslas. El cliente le miraba un tanto extrañado pero no preguntó nada. Cuando dio el último retoque pasó el trapillo con desinfectante para aliviar el enrojecimiento y le dijo al joven que se levantara. Después de pagar éste, puso el cartel de cerrado y abriendo el pasadizo bajó las escaleras pausadamente.
- Parece que no consigues librarte de tu molesto rival…- Dijo una voz entre las sombras.
- ¿Otra vez tú? ¿No tienes nada mejor que hacer?- Dijo Barbatos a la voz que le hablaba.
- Aunque parezca mentira Pruslas caerá y después también caerás tú, cuando Astaroth te envíe inútilmente a la lucha. Después caerá Astaroth. ¿Por qué vas a permitir que te utilice ese fanático? Tú eres mucho más listo y poderoso que él.
- ¡Silencio!
- Solo tienes que seguirme y te diré como puedes deshacerte de él.
- ¿Pretendes convencerme de que sabes cómo destruir al jefe máximo de las legiones de Lucifer? – Protestó mientras se giraba a su espalda pero no vio a nadie.
- Yo tengo un inmenso poder…, - Cuando miró Barbatos al frente distinguió una larga y rojiza cabellera, pero no pudo ver el rostro de su dueño oculto en las sombras.-… y puedo lograr que asciendas por encima del general demoniaco.- La sombra abrió los brazos, entre ellos brillaba una misteriosa luz como el fuego del infierno.
- No puede ser…- Dijo el tercer coronel abriendo el ojo sano
- Así es…, demonios más poderosos han sido liberados y solo ganará el más fuerte de todos. Yo soy ese y si me juras fidelidad y me sirves ocuparás un lado en mi trono.
Alguien subía precipitadamente por las escaleras, dejando escuchar fácilmente sus pasos. El espíritu volvió a cerrar los brazos y comenzó a desvanecerse.
- Piénsalo bien, Barbatos… yo puedo darte lo que ansías…

Desaparecida la sombra, la oscura estela fue atravesada por Pruslas, quien sin percatarse de la conversación que acababa de tener lugar, se paró para no chocarse con Barbatos quien fijó sus ojos en él. Pruslas pudo sentir la repulsión y odio que brotaban del tercer coronel atravesándole los rojizos cristales de sus gafas, pero orgulloso de sí mismo y con intenciones de restregar su triunfo le dijo sonriendo ampliamente y mostrando sus puntiagudos dientes:
- Vaya, vaya Barabatos. Ya que estamos juntos, no vas a felicitarme por mi impecable trabajo.
- Guárdate tus méritos, Pruslas, pues aún no han muerto los portadores de los Arcángeles.- Dijo impasible Barbatos y con un tono neutro que intentaba ocultar su desprecio.
- ¡Eso es imposible!- Dijo sorprendido, borrándose la irónica sonrisa de su boca.
- Así es… - Dijo Barbatos. Esta vez mostraba él la sonrisa. Se sacó el ojo de cristal y suspendiéndolo entre sus palmas de las manos, la diminuta esfera proyectó una imagen en la pared.- La curación ha sido despertada y ellos se han recuperado. – Pruslas observaba en la imagen a Gabriel con Valentín y a Miguel volando hacia la ciudad.- Mucho me temo que tus legiones demoniacas están en peligro.- Ahora en la imagen aparecía Mijots luchando con los nuevos esbirros de Pruslas quienes habían paralizado de disturbios y violencia a los habitantes de la ciudad.
- Rafael…- Dijo frunciendo el ceño Pruslas.
Sin borrar su burlona risa, Barbatos volvió a colocarse el ojo de cristal y continuó bajando las escaleras, dejando atrás a su rival.
Pruslas se quedó solo sin borrar la imagen de su mente, reconcomiéndose en su odio hacia el Arcángel y mayor rival: “Entonces habrá que acelerar la muerte del médico”. Se dijo mientras cerraba su puño.


En la azotea del hospital Valentín abrió los ojos y quitándose las gafas comenzó a frotarse los párpados. Al subir la vista encontró a Gabriel sentado en su aurea rosada. Tenía los ojos cerrados como si rastreara kilómetros de distancia donde se encontraban Mijots y a qué altura de él se encontraba Miguel.
Valentín atónito contempló la bella imagen del Arcángel de los querubines y se puso las gafas para comprobar que su miopía no le traicionaba, y efectivamente…, frente a él había otro ser celestial, tal vez mucho más hermoso que el anterior.
Gabriel sabiendo que el chico se había despertado al fin, dejó su extrema concentración y le miró con sus claros y rasgados ojos. Valentín al percibir su magnánima mirada se sintió como si aquel ángel pudiera descubrir los más recónditos secretos de su corazón y sitió temor.
- No he visto en ti nada que no haya visto antes.- Dijo Gabriel poniéndose de pie y acercándose al adolescente.- No temas ni te avergüences, yo estoy aquí para demostrarte que la comprensión y la asistencia es nuestra misión y deber.- Gabriel le tendió la mano para que Valentín se la cogiera. El chico se mostró aún temeroso.- Debes confiar en mí, esto es real no estás soñando, es lo que llamamos prueba de fe. – La benevolente sonrisa del ángel hizo confiar un poco más al portador de Rafael y pese a que aún le temblaba el pulso posó su mano entre los dedos del Arcángel. Gabriel cerró sus largos dedos sobre la mano del chico y miró a cielo mencionando: REVELACIÓN.
El destello de su frente se amplió en un abierto surco y desaparecieron los dos como abducidos por la nada.

Valentín se halló en medio de unas criaturas envueltas en amplios y voluminosos tejidos blancos y verdes. Todos iban embozados dejando avistar un hueco entre las telas donde dos ojos de mirar anciano y penetrante se percibían. Curiosamente todos disponían de cayados y se inclinaron ante él educadamente. Sus expandidas y hermosas alas se ampliaron y recogieron como unos hermosos velos de algodón.
- Por fin ha llegado el nuevo portador de nuestro maestro.- Dijo uno.
- ¿Maestro yo? ¿Qué portador?- Dijo Valentín desconcertado.- ¿Dónde estoy?- Se le ocurrió mirar abajo y se dio cuenta que flotaba en medio de una luz.

Un sudor frío comenzó a recorrer las sienes del chico y lo que veía bajo sus pies comenzó a deformarse en su visión. Asustado se aferró al único brazo que parecía sostenerle y éste no era más que Gabriel tan luminoso como una llama rosa. Comenzó a gritar de forma cómica y en cierto modo histérico. La apacible voz de Gabriel le decía que se tranquilizara, pero el chico le agarró del cuello y, como el que intenta aferrarse con todas sus fuerzas a la única y gruesa rama que le impide caer a un abismo dijo:
-¡¡Tengo vértigo!!
Las carcajadas de los seres que les rodeaban, junto a las de Gabriel, estallaron en la inmensa tranquilidad de la luz. Eran cálidas y comprensivas.
- Aquí no te caerás no hay suelo ni abismo alguno.- Comenzó Gabriel.- Estás en la dimensión espiritual del Cielo. Yo te sostengo ¿Ves?- Dijo soltándole los brazos y Valentín pudo ver que efectivamente no se caía y el terror comenzó a dar paso a la admiración. Una sonrisa comenzó a dibujarse en su pálido rostro.
- El chico me cae simpático- Dijo otra de las criaturas.
- Se le ve buen corazón.- Dijo otra.
- Será un extraordinario guía nuestro en la Tierra.- Dijo el de la derecha.
- No me extraña que nuestro maestro Rafael lo eligiera.- Dijo el que estaba a su espalda.
- ¿Rafael?- Dijo Valentín.- ¿Lo conocéis? cómo sabéis que yo…
- Él te ha entregado su don y su símbolo.- Dijo el que estaba enfrente a la derecha.- Valentín miro nuevamente su brazo con la señal de la serpiente y como la brújula le colgaba por la cadena que se le había enganchado en el bolsillo.
- ¿Quiénes sois? ¿Qué significa todo esto?-Dijo el chico. Sucesivamente fueron contestando cada una de las criaturas presentes más cercanas a Gabriel y él.
- Nosotros formamos el Cuarto Coro del Cielo, el de las Dominaciones. Cuyo encargado y maestro es el Arcángel Rafael.
- Junto a él y sus sabias enseñanzas protegemos la armonía de la creación y de la naturaleza.
- ¿Como los druidas?- Dijo Valentín. Las criaturas se miraron extrañadas. Gabriel se echó a reír.
- No os extrañéis.- Les dijo el Arcángel.- Son cosas de los hombres y la Tierra. El objeto de su rica imaginación.
- ¿Y qué hace un druida?- Dijo uno intrigado, mientras sus alas se agitaban levemente.
- Son los vigilantes de los bosques. Crean medicinas y pócimas mágicas y suelen ir acompañados por animales.- Dijo Valentín. Las dominaciones comenzaron a rumorear entre ellas como si deliberaran alguna opinión. Justo como pudieran hacer los senadores en una cámara.
Mientras, Gabriel volvió a reír y acercándose a Valentín discretamente le dijo:
- Valentín, esto no es una historia imaginaria. Ellos ignoran las historias imaginarias. Limítate a escucharles.- Se volvió el Arcángel a dirigir a las criaturas.- Estimado cuarto coro no hagan caso a lo que dice el muchacho.- Las Dominaciones silenciaron y volvieron a centrarse en ellos dos.- Vuelve a ser su imaginación.
- Está bien que nos lo hayas traído, Gabriel.- Dijo el de enfrente.- Así podemos acercarnos un poco más a la incomprensible pero maravillosa imaginación humana.
-Nosotros solo conocemos los ciclos naturales de la naturaleza, sus reacciones químicas y físicas y su complejo sistema. Todo eso sabemos junto al funcionamiento que tiene cada órgano de un cuerpo físico, pero la imaginación... eso es in misterio que ni tan siquiera nosotros podemos explicar, nada más que basándonos en un extraño raciocinio de la mente que le gusta soñar. - Dijo la dominación de la derecha de la anterior.
- Nuestra misión se ocupa de preservar e impulsar la naturaleza lo que nuestros custodios han llamado “ciencia”.
- ¡Ciencia!- Exclamó entusiasmado Valentín.- Sois los ángeles guardianes de los científicos.
- Podría decirse así…. - Dijo uno llevándose la mano a la barbilla tapada, como si pensara.
- El tiempo se agota.- Dijo Gabriel.-Ha sido un honor visitaros.
- El honor es nuestro, Gabriel.- Dijeron inclinándose.- Allánanos el camino, portador del Maestro Rafael, para cuando nos toque descender.
Un enorme peso ahogó a Valentín que despertó entre los brazos de Gabriel en la azotea del hospital. Respiraba como si le hubiese invadido un ataque de asma. Sentía angustia por su reacción física, pero un gran entusiasmo, por otra parte.
- Ya conoces quien eres y tu misión.- Dijo Gabriel, mientras Valentín lo miraba.- Has visto a esa enfermera intentando matar a Thomas y Santiago. Fuiste atacado en el Cine…
- No entiendo nada.- Dijo el chico con dificultad.
- Alguien está liberando a los demonios del infierno, precipitando el fin de los días y los Arcángeles hemos tenido que descender a devolverles a ese lugar. Nos acogemos en nuestro custodio, para hacernos valer de su cuerpo físico para detener a los poseídos. Tú eres el portador de Rafael.
- Pero Mijots…
- Él está enfermo, y no podrá terminar su misión, por eso te eligió a ti; eres joven y con una larga vida por delante.
- ¿Y qué se supone que tengo que hacer?
Gabriel tomó la brújula y se la puso en las manos.
- Creer para poder ayudarnos.
- No sé dónde están ni Santiago ni Mijots.
- ¿Estás seguro? Tienes en tus manos la forma de buscarlos.
Valentín miró la brújula. No sabía lo que tenía que hacer pues estaba rota.
- La brújula, te llevará hasta ellos,- Volvió a comenzar Gabriel.- Pero para que funcione debes confiar en lo que acabas de presenciar, pues es tu corazón el que te une a nosotros. Si quieres ayudarnos solo cree en ello, cree en quien eres, en quien te envía y en quien debes ayudar.

Valentín miró fijamente la brújula deseando con todas sus ganas en creer y convencerse y la brújula... se movió…

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