THE PANDORA MITH
PRÓLOGO
En la era de plata, exterminados el Caos y Cronos del Olimpo por Zeus; se creo una nueva Tierra destinada a ser el hábitat de los mortales: los hombres.
Epimeteo, hijo del titán Jápeto, se encargó de repartir las virtudes y poner
nombres a todas la criaturas de la Tierra, pero al llegar ante el hombre, no
sabía que otorgarle. Prometeo, quien amaba a los hombres, les regaló el fuego
como el tesoro más útil para él. Cuando Zeus se enteró de que éste desveló el
secreto, lo condenó a una agonía eterna; y encadenándolo a unas rocas, un
águila venía a comerle el hígado cada día, sin embargo, puesto que Prometeo era
inmortal, no moría, y día tras día se repetía la condena.
El hombre quedó solo a su suerte, con el fuego como único instrumento de
supervivencia, pero no se multiplicaban y las muertes ponían en peligro a la
especie. Hefesto, el dios más ingenioso y habilidoso, puso solución al
problema; y creando a la primera mujer de sus propias manos, la llamó Pandora.
Ésta era tan bella, que Zeus decidió insuflarle vida y el resto de los dioses
maravillados por la misma causa, le otorgaron diferentes dones.
Afrodita, la colmó de belleza y gracia; Apolo, de habilidad en las distintas
artes; Ares, espíritu de lucha; Artemisa, persuasión y fertilidad; Atenea, inteligencia
y compasión. No obstante Hermes, le otorgó astucia y mentira; y Hera, una
curiosidad que jamás la dejaría en paz.
Zeus mostró a Pandora a Epimeteo, quien se quedó prendado de ella y la tomó
como esposa. En la boda, Zeus le entregó a Pandora una preciosa caja engarzada
en piedras preciosas y metales nobles. Al entregarle la llave de la misma, le
advirtió que no abriera nunca la caja o el mundo se sumiría en tremendas
desgracias.
Epimeteo y Pandora fueron muy felices durante mucho tiempo, colmando al mundo
de muchos hijos e hijas que se reprodujeron con rapidez repoblando la tierra,
pero un desafortunado día, Pandora, vencida por la curiosidad, abrió la caja y
el mundo se llenó de desgracias. En seguida brotó de ésta, todos los males de
la tierra: el odio, la venganza, las epidemias, el sufrimiento, las amarguras,
las guerras, la ira y las sequías entre muchas otras más. Pero al final del
todo salió la esperanza para luchar contra todas las contrariedades que habían
escapado de la caja; aunque ésta era muy escurridiza y no aparecía.
Zeus, cuando supo lo que había hecho Pandora, la castigó devolviéndola a su
forma original, entregando la estatua a Hades, para que nadie jamás la
encontrara y la reviviera. Hades guardó celosamente la estatua donde solo él
pudiera encontrarla. La caja quedó con éste, y la llave fue lanzada y perdida
por el mundo.
Desde que la caja fue abierta, las desgracias se sucedían sin descanso en la
Tierra. El mundo olvidó que también existía la esperanza y la justicia, solo obrando
maldades. No había amor, ni respeto ni generosidad. La era de plata dio paso a
la del Bronce donde la diosa Astrea huyó al cielo para no tener que ver tanto
mal.
Poseidón y Ares aprovechaban la situación para dominar la perdida humanidad,
engañándola con sus artimañas, comenzando las cruentas batallas entre los
hombres de la Era del Hierro.
Atenea, quien amaba a los hombres y los admiraba, pues sabía que eran capaces
de obrar milagros, contemplaba asolada la maldad extendiéndose por el mundo y
la desesperanza contaminando la voluntad de los hombres. Decidió ayudarles y
tomó la decisión de descender a la tierra y devolver a sus habitantes la paz de
la que gozaban, pero… ¿cómo iba a conseguir tan grande estratagema, estando
absolutamente sola? Por un lado, debía enfrentarse a la gran barrera de su
inmortalidad y divinidad. Debía proceder a alguna transformación temporal, que
la rebajara a ser humana y la hiciera pasar desapercibida para esquivar a los
temibles Poseidón y Hades. Por otro lado, la esperanza vagaba sin tener lugar
de reposo y tan solo una persona era capaz de hallarla; aquella que la había
visto escaparse de la caja, y sabía el aspecto que ésta tenía; esa persona era
la misma Pandora.
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