CAPÍTULO 7. Transfiguración











Santiago se dirigía a su habitación. Tenía entrenamiento de fútbol y se había dejado la bolsa de deporte encima de la silla antes de desayunar. Cuando penetró precipitadamente por la puerta se tropezó con una maleta, cayendo sobre su cama. Del baño salía un chico de pelo revuelto castaño, ojos verdes, gafas y una amplia sonrisa.

- Lo siento, debí apartarla de la puerta.- Santiago miraba al extraño que había invadido su habitación con el ceño fruncido.
- ¿Y tú quién eres?
- Soy Valentín.- Dijo al cerrar la maleta.- Tu debes ser Santiago. El padre Thomas me habló de ti.
- El padre Thomas…
- ¿Ya os habéis conocido?- Por la puerta asomaba Thomas con su amable gesto.- Santiago, Valentín será tu nuevo compañero de habitación.
- ¡Mi compañero de habitación! Pero creo que mis padres le dijeron que una habitación solo para mí.
- Es cierto, pero no puedo hacer excepciones; aquí todos los chicos son iguales y no hay privilegios, además, tu habitación es la única que está con una cama libre.
- Pues aquí no hay mucho sitio para ese maletón.- Dijo cruzándose de brazos.
- Es bueno compartir, Santiago, te hará bien.
- Casi todo lo que llevo son libros.- Dijo Valentín.- No te preocupes, solo necesito la estantería. No llevo mucha ropa, basta con el uniforme aquí.- se echó a reír.
- Valentín es el mayor de cinco hermanos, está acostumbrado a compartir cuarto, ¿verdad?
- Sí y tampoco contaba con mucho espacio.
- Bueno, os dejo, tengo que hacer mis rezos.- Thomas se retiró cerrando la puerta.
- El padre Thomas me cae muy bien.- Dijo Valentín.- Este colegio mola, he visto que tiene unas instalaciones deportivas impresionantes y una biblioteca enorme, donde hay muchos libros para leer. Te gustan los comics mucho, verdad…

Santiago estaba totalmente alucinado, ese chico no paraba de hablar y había irrumpido en su habitación como si nada. No se sentía nada cómodo con él.
- A mí me chifla leer. Lo que más me gusta es Tolkien, está muy bien no como esa chorrada de eclipse, eso es para chicas… ¡puaj!

“¿Por qué no se calla?” Pensaba Santiago.

- … También leo comics, me gusta el manga y veo que tienes aquí unos cuantos. ¡Mira! Este capítulo me encanta.

“Es como una cotorra.” Seguía pensando Santiago.

- Pero lo que más me gusta son los libros de ciencias. Quiero estudiar medicina y ser tan bueno como mi padre. Trabaja en la OMS por eso me he incorporado tan tarde al colegio, le han trasladado aquí, ¿me enseñarás lo que lleváis dado..? creo que estáis por…
- ¡Es que no te callas nunca!- Valentín se quedó sorprendido.- Así está mejor, y si no te importa, me voy a entrenar o el capitán del equipo tendrá una excusa más para seguir haciéndome la vida imposible.- Se dirigió a la puerta y la cerró de un portazo.

Valentín se quedó mirando la puerta como una estatua en medio de la habitación.

- ¡Jeh! Creo que no le caigo demasiado bien.- Dijo poniéndose la mano en la nuca apurado.
- Será friki el tío.-Decía Santiago bajando las escaleras.- Además tiene cara de empollón. ¡Estúpido gafotas…! Espero que no le dé por coger mis comics.


En los vestuarios Daniel estaba muy furioso pues había vuelto a perder ante Santiago. “Ese entrenador, lo pagará muy caro algún día.” Dijo en alto. Mark le dijo: “El entrenador no es el problema, te adelantas con el balón, sabiendo que te lo pueden quitar fácilmente Dani.”
- Me estás llamando inútil.- Dijo Daniel.- ¿Quién te crees que eres? Soy yo el que debe darte avisos a ti.- Daniel empujó a Mark.
- Eres bueno en corta carrera, Daniel, por lo que deberías esperar a tener algún apoyo antes de marcar o te quitan el balón. Si corres largas distancias sueles llegar asfixiado a la portería y fallan tus golpes por falta de fuerza.- Dijo Santiago. Todos le miraron impresionados por lo que era capaz de captar.
- Me vas a dar clases a mí Oscuro de cómo tengo que correr… - Dijo Daniel.
- Además, como encima no paras de gritar el poco aire que almacenas se te escapa.- continuó.

Daniel se abalanzó sobre Santiago que esquivó el puñetazo con la cabeza. Uno de los azulejos se partió y Daniel sacó la mano enrojecida y los nudillos pelados.

- ¡Qué bestia!- Exclamó James.- ¿Estás bien?- Dijo acercándose a Daniel. Éste le cogió de la nuca y le obligó a doblarse.
- ¡Sí estúpido!


Daniel tomó su bolsa y salió del vestuario. En la esquina se deslizó por la pared sintiendo un fuerte mareo y tomado su mano doliéndole una barbaridad.
- No empieces… ahora no…- Se llevó la mano al pecho donde un calambre le paralizó todo el lado izquierdo del cuerpo. Christian pasó junto a John que al ver a Daniel con el conocimiento perdido le tomaron entre los dos y lo alejaron del gimnasio.
- ¡Saca las pastillas, rápido!- Dijo Christian. John tomó el bolsillo de la chaqueta de Daniel y cogió un bote. Le metió una pastilla en la boca.
- ¡Cuánto hay que esperar!- Exclamó John.
- La pastilla suele ser rápida.

Daniel se incorporó súbditamente y comenzó a toser. Agarrando a sus dos amigos por los hombros. Después los miró.
- ¿Te encuentras bien?
- Tíos he visto toda mi vida pasar en un instante.- Dijo aún compareciente.
- Menudo susto nos has dado. – Daniel se echó hacia atrás. El dolor había desaparecido pero aún le duraba el síncope. Pronto se echó a reír.
- El recuerdo mejor ha sido la ropa interior de Silvia volando por los aires, que cuerpazo tenía esa tía. - Christian y Jonh se echaron a reír.
- Yo creo que ya está bien.

Santiago se desvió hacia donde había escuchado las campanillas con las que solía llamarle Gabriel y vio un bulto. Percibió un desagradable olor. Detrás de él apareció una figura deforme y carbonizada. Solo se distinguían dos enormes ojos amarillos en la oscuridad. Se tapó la boca.
- Azufre…- Exclamó la figura.- Es a lo que solemos oler los demonios que hemos pasado por el castigo de las llamas del infierno.- Santiago perdió el conocimiento intoxicado.- Veremos si tu querido maestro se digna a salvarte, o la vida de su portador es demasiado valiosa como para arriesgarla.
Un pentágono invertido atrapó el cuerpo de Santiago como si se tratara de una telaraña. La figura se acercó hacia el chico y fue a clavarle en el pecho sus garras.
- Serías un bonito portador mío. Me gustan los ojos que tienes y esa oscura belleza. Este cuerpo ya no me vale.
- ¡Detente Aamon!- La sombra rebotó en una barrera invisible y cayó al suelo. Detrás de él pudo ver a Gabriel. Se echó a reír.
- Por fin está aquí el Ángel guardián, más puro y bello.- Dijo levantándose.- Tengo que ajustar cuentas contigo.
- ¿Astaroth te ha desterrado?
- ¡Calla! Te prohíbo que hables así de mi señor.
- Mira lo que te ha hecho tu señor.- Aamon se abalanzó sobre Gabriel y éste apartó con su antebrazo las garras del demonio.
- Si te destruyo, podré volver a su lado.


Un par de espadas aparecieron entre las manos de la figura de Aamon. Atacando al arcángel quien las esquivó y bloqueó. Le dio un golpe en la nariz y la figura perdió el equilibrio.
- ¿Qué te hace pensar que te dejará el mismo puesto?
- Valorará lo que hice por él.- Volvió a arremeter con las espadas.
- Astaroth solo sabe de venganza y terror. No valora a sus coroneles ni sirvientes. ¿Acaso crees que le importas teniendo tantos principados dispuestos a su voluntad?
- ¡Calla maldito! Lo hará. Me arrodillaré ante él con la cabeza de tu portador y tu símbolo y ascenderé otra vez. Incluso por encima de él como el asesino de Gabriel. – Aamon pegó un codazo a Gabriel y éste se dobló. Le pisó la espalda y le cogió del pelo. Santiago se despertó y vio a Gabriel. Se revolvió entre el pentágono desenganchándose de él pero un barrera invisible le impedía avanzar.
- ¡Gabriel! ¡Maestro!- Dijo golpeando la barrera frustrado.
- ¡Mira Gabriel! Mira como tu pupilo intenta ayudarte. ¡Ja!¡ja! Sin embargo, no ha sido mi símbolo el que lo ha detenido, sino tu técnica. Es irónico.- Gabriel estaba intentando deslizarse pero estaba totalmente paralizado por Aamon.- ¡Mira mocoso! Quieres ver quién es tu precioso maestro… Te lo enseñaré enseguida.- Aamon alzó la espada y colocó la punta sobre el destello de la frente del Arcángel. – Este tercer ojo que tienes, que todo lo ve, es la fuente de todo tu poder, verdad “poder de Dios”- La espada hizo saltar la diadema y entre un resplandor cayó ésta a los pies de Santiago.
- ¡Thomas!- Exclamó el chico.
- ¡Mira! resulta que es un siervo de Dios.- Dijo riendo.- para mí será algo doblemente feliz matar además a un sacerdote.


Santiago estaba desesperado. No sabía qué hacer. Se hundió sobre la barrera y entonces se acordó: “barrera espiritual”. Se alejó hacia el centro: “Tengo que romper la barrera espiritual”. Entonces comenzó a realizar los pasos necesarios para alcanzar la tercera dimensión. Llevaba tres semanas practicándolo con Gabriel… era demasiado poco pero no podía permitir que Thomas muriese.
Thomas consiguió desembarazarse del demonio y siguió contraatacando pero con los riesgos de ser herido y morir, ya que su protección le había abandonado al saltar la diadema de su frente; Además, notaba que sus habilidades eran menores. Aamon le pegó una patada y cayó al suelo corriéndole la sangre entre la nariz y la boca. Estaba casi inconsciente pero se levantó. Entonces vio a Santiago que seguía en la protección de la barrera pero estaba con los ojos cerrados y concentrado en algo.
- ¡Sí Santiago! Sigue así, asciende hasta la segunda dimensión y luego hacia la tercera…- Dijo mientras golpeaba con todas sus fuerzas a Aamon. Sus articulaciones se resentían pero tenía que entretener al enemigo.
- ¡Maldita sea! Eres más escurridizo que cuando vuelas.- Dijo Aamon.
- No te será tan fácil vencerme Aamon, conmigo sí que está mi señor.
A Santiago le resultaba muy difícil concentrarse con los nervios. Tenía que llegar a una calma total y no era fácil sabiendo que Thomas podía morir si no se precipitaba.
- No te centres en la angustia de la falta de tiempo.- escuchó Santiago reconociendo la voz de Gabriel hablándole.- Recuerda que en el mundo espiritual el tiempo no existe.
- ¿Qué estás diciendo, sacerdote?- Dijo Aamon a Thomas que lo agarró por el pecho.
- ¿Sabías que los ángeles podemos estar en muchas partes?- Le dijo Thomas. Le dio un taconazo en la espinilla y Aamon perdió estabilidad.- Veo que tu cuerpo quemado también es sensible al dolor como el mío. Si el dolor es mi aliado, mucho mejor.- Thomas le hincó los dedos en una de sus quemaduras y Ammon gritó de dolor.
Santiago llegó a la segunda dimensión pero no pudo ver las 7 llamas. “Hay tiempo todavía.” Se dijo. “Aquí el tiempo se para y va mucho más rápido que en la dimensión real.” Pero como ascender hasta la dimensión espiritual esa era desconocida para él y no se veía capaz de alcanzarla.
- Ten fe. Recuerda que no estás solo…- Después escuchó un terrible grito de dolor y dejó de percibir la voz de Gabriel. Al mirar bajo sus pies vio como Aamon le había clavado la espada a Gabriel.
- ¡¡¡No!!!- Cayó de rodillas llorando y sintiendo un terrible dolor en su corazón.
- ¿Por qué lloras, Santiago?- Cuando Santiago se giró a su derecha vio la llama azul.
- Miguel, no he podido llegar a tiempo… Aamon ha matado a Thomas.
- ¿Dime, tienes fe en salvarle?
- Pero está muerto ya
- En esta dimensión tus propios miedos te pueden jugar una mala pasada. ¿Tienes fe en salvarle?- Miguel le ofreció la mano y entonces recordó que Gabriel siempre le decía que debía confiar en su ángel guardián. Le cogió la mano.

Aamon estaba en el suelo destrozado, al igual que Thomas que apenas se tenía en pie. Éste cayó sobre el suelo y le puso la mano en la frente.
- Aamon, te ordeno que abandones el cuerpo que ocupas.- Pero el demonio ni se inmutaba. Se echaba a reír.
- Escucha sacerdote de Gabriel. Los de mi rango estamos tan íntimamente unidos a nuestros portadores que jamás los abandonamos. ¿Acaso no me ves? Este cuerpo ha sufrido tanto como el espíritu mío. Porque somos uno. La única forma de liberarme es matando el cuerpo que yo todavía doy vida. ¡Jaja! ¿Pero un siervo de Cristo va a matar a un alma inocente? Cometería un pecado mortal.- Thomas sintió dudas de pronto.- Eso es, eres humano y santo al fin y al cabo.- volvió a reír.- Incapaz de manchar sus manos de sangre.- Aamon se levantó otra vez y cogió la espada para decapitar al sacerdote que no podía moverse ya que estaba confuso.- Hasta aquí llegó tu misión sacerdote.

Un resplandor azul cegó a Aamon. Thomas se giró hacia donde estaba Santiago y la luz azul rompió la barrera que protegía al chico que estaba en el suelo sufriendo inexplicablemente. Thomas sonrió ampliamente.
- Lo has conseguido, chico.
- ¡De donde proviene esa molesta luz!- Dijo Aamon - ¡me dejará ciego!
- Tienes razón Aamon, yo no estoy para luchar aquí sino para guiar.- Gabriel ascendió el brazo al cielo y con el índice en el aire dijo:- ¡Anunciación!
El resplandor se hizo más fuerte llegando por todos los rincones del bosque los alumnos se asomaron a la ventana y vieron por encima de las copas de los arboles lo que parecían dos Alas ascendiendo y luego cayendo en picado.
- ¡Habéis visto eso!- Dijo Daniel a John y Christian y se acercaron al bosque donde estaba ya Valentín. Cuando miraron exclamaron inconteniblemente:


“¡ES UN ANGEL!”


- Gabriel…- Comenzó a decir Santiago luciendo más bello y majestuoso que nunca.- Ve y limpia las mentes que van a ser testigos de esto.-Dijo mirando por el rabillo del ojo a los cuatro espías.

Los chicos cayeron hacia atrás cuando sintieron la mirada del ángel clavándose en ellos. Eran los ojos más bellos y penetrantes que habían visto. Quisieron huir pero Thomas de nuevo transfigurado les bloqueó.

“¡OTRO!”

Thomas les indujo el rayo de pureza cayendo los cuatro en redondo bajo sus pies; después tomó a Christian y John con ambos brazos y emprendió el vuelo viendo como Miguel y Aamon se empequeñecían bajo sus pies.


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